(2023)
Mi querida España es un proyecto en continua construcción a partir de los
rostros de decenas de personas españolas dedicadas a la cultura y la creación artística
que han sido perseguidas por su ideología, género, orientación sexual o por atreverse a
cuestionar a los poderes establecidos a través de su práctica artística desde 1936, inicio
de la Guerra Civil, hasta la actualidad.
Todas las personas retratadas han sufrido la violencia política en alguna de sus formas: la censura, el exilio, el encarcelamiento, la persecución judicial, el ostracismo, el veto, la tortura, la agresión sexual y/o el asesinato. A través del proyecto es posible apreciar tanto la tendencia represiva, la evolución de los motivos como las formas de persecución a lo largo del tiempo a estos trabajadores culturales. Todos los rostros reproducidos comparten haber sido víctimas de una misma razón histórica y endémica: ser víctimas de la homogeneización y represión más tradicional de las ideologías e identidades disidentes.
El objetivo fundamental del proyecto es hacer aparecer rostros desaparecidos, olvidados, marginados o perseguidos y resignificarlos dentro de una continuidad histórica que abarca desde 1936 a la actualidad. Actualmente, según Freemuse (2022), España es el país con más artistas condenados a cárcel del mundo.
Proyecto iniciado con el apoyo de la editorial Los Doscientos.
Todas las personas retratadas han sufrido la violencia política en alguna de sus formas: la censura, el exilio, el encarcelamiento, la persecución judicial, el ostracismo, el veto, la tortura, la agresión sexual y/o el asesinato. A través del proyecto es posible apreciar tanto la tendencia represiva, la evolución de los motivos como las formas de persecución a lo largo del tiempo a estos trabajadores culturales. Todos los rostros reproducidos comparten haber sido víctimas de una misma razón histórica y endémica: ser víctimas de la homogeneización y represión más tradicional de las ideologías e identidades disidentes.
El objetivo fundamental del proyecto es hacer aparecer rostros desaparecidos, olvidados, marginados o perseguidos y resignificarlos dentro de una continuidad histórica que abarca desde 1936 a la actualidad. Actualmente, según Freemuse (2022), España es el país con más artistas condenados a cárcel del mundo.
Proyecto iniciado con el apoyo de la editorial Los Doscientos.
Mi querida España,
esta España viva,
esta España muerta.
De tu santa siesta
Ahora te despiertan
versos de poetas.
¿dónde están tus ojos?
¿dónde están tus manos?
¿dónde tu cabeza?
Mi Querida España (1975), letra sin censurar
de Evangelina Sobredo Galanes, “Cecilia”
Los
ingredientes que utiliza la artista María Rosa Aránega para componer la pócima
de invocación que es Mi querida España, no son pelos, manos o corazón, sino
principalmente rostros. El final de la guerra civil española supuso no sólo una
persecución de pelo, sino también de rostros. Podemos encontrar infinidad de
ellos en los archivos que guardan materiales vinculados a la represión
franquista. Si alguien visita, por ejemplo, el actual Centro Documental de la
Memoria Histórica en Salamanca, puede consultar una colección compuesta por
miles de retratos en formato carnet. Incautados a sindicatos, partidos
políticos o ejército, las imágenes fueron arrancadas de su lugar de origen y
colocadas por los perpetradores en una especie de archivo policial que servía
para identificar al enemigo.
[...]
Algunas de las fotografías que Aránega utiliza como modelo de sus retratos pudieron formar parte de colecciones como esas, o quizá también de las ubicadas en el Archivo General Histórico de Defensa. Allí, en los expedientes realizados contra miles de personas durante la guerra y la posguerra —aquellos sumarios que daban una apariencia de legalidad a los asesinatos que cometió la dictadura franquista— se pueden encontrar fotografías incautadas a familiares de víctimas. En muchas de ellas aparece una “x” junto al rostro del individuo que había que buscar y eliminar. Algunos de estos expedientes contienen fotografías de cadáveres, imágenes tomadas por el régimen para certificar que el enemigo es hombre muerto. Si el retrato es el elemento a partir del cual los perpetradores inician una búsqueda, la familia combatía esa situación con la ocultación e incluso con la destrucción de sus propias imágenes. [...] Sin embargo, también podemos entender la ocultación del rostro como un acto de resistencia familiar, un intento silencioso por preservar de la barbarie la imagen de un ser querido. Hacer aparecer rostros desaparecidos, marginados o perseguidos y resignificarlos en una continuidad histórica que abarca desde 1936 a la actualidad es parte del sentido de Mi querida España.
[...] En muchas cajas de lata donde los familiares de represaliados guardaban sus imágenes domésticas —las pasadas y las presentes—, encontramos algo parecido: un conjunto de fotografías que mostraban, a quien mirara lentamente y entre líneas, un tiempo histórico diferente al proclamado en la calle, un lugar donde convertir a víctimas en resistentes bajo el paraguas de un aparente relato doméstico. ¿Pero quién construye ese relato? Durante décadas fueron los hombres quienes solían capturar las instantáneas familiares, mientras que eran las mujeres quienes ordenaban esas fotografías en una historia. Eran ellas las dueñas del sentido y del relato, pues como en buena parte del cine documental, en los álbumes familiares el guión se hace con posterioridad a las tomas. Ese trabajo, realizado por manos femeninas, nos habla de los cauces por los que transita la memoria de una casa, un itinerario donde la imagen y el afecto son los principales constructores de nuestros recuerdos. Hay algo de todo eso en Mi querida España, algo de aquellos gestos femeninos en la elaboración de un archivo artístico como este. Y es que no existe impregnación más elocuente que hacerla bajo la memoria que emerge de esas aguas. Es por ello que esta obra es una profunda reflexión visual desde donde pensar la historia, la violencia y el olvido.
[...] Mi querida España es un itinerario, una especie de hilo que cose en los viejos remiendos de unos rostros la dirección de unos pasos. Hacia allí se dirige la invocación. Y lo hace recogiendo la herencia de aquellas mujeres de la posguerra española que sacaban cajas llenas de fotografías para hilvanar con ellas la forma precisa de una historia oculta, para cartografiar un mapa con el que orientarse en medio de la muerte, el hambre y la desesperación. Dice el historiador Hans Belting que los retratos siempre hablan de la muerte. Pero poco sabe alguien de retratos, si no entiende que la vida mezcla a vivos y muertos siempre en la misma escena. Hay que ser chamán o poeta, como María Rosa, para tener la capacidad de unir mundos, pero hace falta además de eso encarnar cierta tradición femenina para que el montaje, la costura o la mezcla de ingredientes de esta pócima invoque los linajes precisos del rayo que no cesa. Ese rayo que alumbrará quién sabe qué camino venidero. ¡Qué el aquelarre se abra paso!, ¡qué comience la invocación!
Edición publicada por la editoral Los Doscientos (2023) con 201 entradas biográficas.
[...]
Algunas de las fotografías que Aránega utiliza como modelo de sus retratos pudieron formar parte de colecciones como esas, o quizá también de las ubicadas en el Archivo General Histórico de Defensa. Allí, en los expedientes realizados contra miles de personas durante la guerra y la posguerra —aquellos sumarios que daban una apariencia de legalidad a los asesinatos que cometió la dictadura franquista— se pueden encontrar fotografías incautadas a familiares de víctimas. En muchas de ellas aparece una “x” junto al rostro del individuo que había que buscar y eliminar. Algunos de estos expedientes contienen fotografías de cadáveres, imágenes tomadas por el régimen para certificar que el enemigo es hombre muerto. Si el retrato es el elemento a partir del cual los perpetradores inician una búsqueda, la familia combatía esa situación con la ocultación e incluso con la destrucción de sus propias imágenes. [...] Sin embargo, también podemos entender la ocultación del rostro como un acto de resistencia familiar, un intento silencioso por preservar de la barbarie la imagen de un ser querido. Hacer aparecer rostros desaparecidos, marginados o perseguidos y resignificarlos en una continuidad histórica que abarca desde 1936 a la actualidad es parte del sentido de Mi querida España.
[...] En muchas cajas de lata donde los familiares de represaliados guardaban sus imágenes domésticas —las pasadas y las presentes—, encontramos algo parecido: un conjunto de fotografías que mostraban, a quien mirara lentamente y entre líneas, un tiempo histórico diferente al proclamado en la calle, un lugar donde convertir a víctimas en resistentes bajo el paraguas de un aparente relato doméstico. ¿Pero quién construye ese relato? Durante décadas fueron los hombres quienes solían capturar las instantáneas familiares, mientras que eran las mujeres quienes ordenaban esas fotografías en una historia. Eran ellas las dueñas del sentido y del relato, pues como en buena parte del cine documental, en los álbumes familiares el guión se hace con posterioridad a las tomas. Ese trabajo, realizado por manos femeninas, nos habla de los cauces por los que transita la memoria de una casa, un itinerario donde la imagen y el afecto son los principales constructores de nuestros recuerdos. Hay algo de todo eso en Mi querida España, algo de aquellos gestos femeninos en la elaboración de un archivo artístico como este. Y es que no existe impregnación más elocuente que hacerla bajo la memoria que emerge de esas aguas. Es por ello que esta obra es una profunda reflexión visual desde donde pensar la historia, la violencia y el olvido.
[...] Mi querida España es un itinerario, una especie de hilo que cose en los viejos remiendos de unos rostros la dirección de unos pasos. Hacia allí se dirige la invocación. Y lo hace recogiendo la herencia de aquellas mujeres de la posguerra española que sacaban cajas llenas de fotografías para hilvanar con ellas la forma precisa de una historia oculta, para cartografiar un mapa con el que orientarse en medio de la muerte, el hambre y la desesperación. Dice el historiador Hans Belting que los retratos siempre hablan de la muerte. Pero poco sabe alguien de retratos, si no entiende que la vida mezcla a vivos y muertos siempre en la misma escena. Hay que ser chamán o poeta, como María Rosa, para tener la capacidad de unir mundos, pero hace falta además de eso encarnar cierta tradición femenina para que el montaje, la costura o la mezcla de ingredientes de esta pócima invoque los linajes precisos del rayo que no cesa. Ese rayo que alumbrará quién sabe qué camino venidero. ¡Qué el aquelarre se abra paso!, ¡qué comience la invocación!
Fragmentos de Retratos y aquelarres, Jorge Moreno Andrés,
Edición publicada por la editoral Los Doscientos (2023) con 201 entradas biográficas.
Fragmento de “Mi querida España” en portada del ABC Cultural.
Sábado, 7 de octubre de 2023